16.03.2025 La Cuaresma es un tiempo de transformación, un camino que nos lleva a abrir el corazón a Dios y permitir que su luz nos transforme. En el evangelio de este domingo, Jesús sube al Monte Tabor y se transfigura ante sus discípulos, revelando su gloria y su verdadera identidad. Esta experiencia nos invita a preguntarnos: ¿estamos abiertos al encuentro con Dios? ¿Permitimos que su luz ilumine nuestra vida?
Además, este domingo celebramos el Día del Seminario, un momento especial para orar por las vocaciones sacerdotales, aquellos que responden a la llamada del Señor y se preparan para servir a la Iglesia. Como Pedro, Juan y Santiago fueron testigos de la gloria de Cristo, los seminaristas responden a la invitación de Jesús para seguirle más de cerca.
Lectura del santo Evangelio según San Lucas (Lc 9, 28b-36)
En aquel tiempo, tomó Jesús a Pedro, a Juan y a Santiago y subió a lo alto del monte para orar. Y, mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió y sus vestidos brillaban de resplandor.
De repente, dos hombres conversaban con él: eran Moisés y Elías, que, apareciendo con gloria, hablaban de su éxodo, que él iba a consumar en Jerusalén.
Pedro y sus compañeros se caían de sueño, pero se espabilaron y vieron su gloria y a los dos hombres que estaban con él.
Mientras estos se alejaban de él, dijo Pedro a Jesús:
«Maestro, ¡qué bueno es que estemos aquí! Haremos tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías».
No sabía lo que decía.
Todavía estaba diciendo esto, cuando llegó una nube que los cubrió con su sombra. Se llenaron de temor al entrar en la nube.
Y una voz desde la nube decía:
«Este es mi Hijo, el Elegido, escuchadlo».
Después de oírse la voz, se encontró Jesús solo. Ellos guardaron silencio y, por aquellos días, no contaron a nadie nada de lo que habían visto.
Análisis y Reflexión
El Monte Tabor es un símbolo del encuentro con Dios, un espacio donde la humanidad de Jesús se manifiesta en su divinidad. Pedro, Juan y Santiago fueron testigos de un momento único en el que Cristo se reveló en todo su esplendor.
La Cuaresma nos invita a subir también a nuestra propia montaña de oración. Como Pedro, muchas veces queremos quedarnos en esos momentos de consuelo y claridad, pero la voz del Padre nos recuerda lo esencial: «Este es mi Hijo, el Elegido, escuchadlo».
La simbología de este domingo, la Llave de la Basílica de San Pedro, nos recuerda que el encuentro con Dios abre puertas a una nueva vida. La oración nos transforma y nos permite ver la realidad desde la perspectiva de Dios. Como Jesús, estamos llamados a transfigurarnos mediante la escucha de su palabra y la apertura al Espíritu Santo.
En este contexto, el Día del Seminario nos invita a reflexionar sobre la vocación sacerdotal, aquellos jóvenes que han decidido seguir a Cristo y prepararse para ser guías espirituales de la comunidad. Recemos por ellos para que, como los discípulos, tengan la valentía de escuchar la voz de Dios y seguirle con fidelidad.
Salmo 26: El Señor es mi luz y mi salvación
El salmo de este domingo refuerza el mensaje del evangelio: Dios es nuestra luz en el camino de la vida. En la Transfiguración, Jesús resplandece con la luz divina, recordándonos que su presencia ilumina nuestras tinieblas. Confiar en el Señor nos da la certeza de que, aunque el camino sea difícil, Él siempre nos guiará.
Preguntas para la reflexión
La Cuaresma es un tiempo de interiorización y conversión. Este domingo te invitamos a reflexionar con estas preguntas:
- ¿En qué momentos de mi vida he sentido la presencia transformadora de Dios?
- ¿Cómo puedo abrir mi corazón a la escucha de Jesús en este tiempo de Cuaresma?
- ¿Estoy dispuesto a dejarme transformar por Dios, o prefiero quedarme en mi zona de confort?
Horarios de misas
Este domingo, los horarios de misas son los siguientes:
- 11:00 h. en El Pilar y San Antonio Abad (catequesis).
- 12:15 h. en el Hospital del Rey.
- 13:15 h. en San Antonio Abad.
Reflexión final
La Transfiguración de Jesús es una invitación a mirar más allá de lo inmediato y confiar en el plan de Dios. En esta Cuaresma, subamos con Jesús a la montaña de la oración y dejemos que su luz transforme nuestro corazón. Oremos también por los seminaristas, para que sean fieles a la llamada de Dios y sigan su camino con alegría y entrega.
Si deseas profundizar más en esta reflexión, te invitamos a ver el video de nuestro canal Evangelio y Reflexión.
¡Nos vemos en la Eucaristía!
Que sepamos reconocer la llamada del Señor en todo momento y sigamos sin dudar sus pasos
Que así sea, Teresa. ¡Muchas gracias por tu comentario!