Parroquia de San Antonio Abad y Nuestra Señora de El Pilar en Burgos

30.03.2025 El Evangelio de este domingo nos presenta una de las parábolas más conmovedoras de Jesús: la del hijo pródigo. A través de esta historia, se nos invita a reflexionar sobre la misericordia de Dios, su amor incondicional y su llamada constante a regresar a Él.

En nuestro día a día, muchas veces nos alejamos de Dios, como el hijo menor, pero Él siempre está esperando con los brazos abiertos para acogernos de nuevo. En esta Cuaresma, el símbolo de la «Llave de la Basílica de Santa María la Mayor» nos recuerda que Dios nos abre la puerta de la vida, del perdón y de la alegría del reencuentro.

Lectura del santo Evangelio según San Lucas (Lc 15, 1-3. 11-32)

En aquel tiempo, solían acercarse a Jesús todos los publicanos y pecadores a escucharlo. Y los fariseos y los escribas murmuraban diciendo:

«Ese acoge a los ñi y come con ellos».

Jesús les dijo esta parábola:

«Un hombre tenía dos hijos; el menor de ellos dijo a su padre:

“Padre, dame la parte que me toca de la fortuna”. El padre les repartió los bienes.

No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, se marchó a un país lejano, y allí derrochó su fortuna viviendo perdidamente. Cuando lo había gastado todo, vino por aquella tierra un hambre terrible, y empezó él a pasar necesidad.

Fue entonces y se contrató con uno de los ciudadanos de aquel país que lo mandó a sus campos a apacentar cerdos. Deseaba saciarse de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba nada.

Recapacitando entonces, se dijo:

“Cuántos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan, mientras yo aquí me muero de hambre. Me levantaré, me pondré en camino adonde está mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros».

Se levantó y vino adonde estaba su padre; cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se le conmovieron las entrañas; y, echando a correr, se le echó al cuello y lo cubrió de besos.

Su hijo le dijo:

“Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo”.

Pero el padre dijo a sus criados:

“Sacad enseguida la mejor túnica y vestídsela; ponedle un anillo en la mano y sandalias en los pies; traed el ternero cebado y sacrificadlo; comamos y celebremos un banquete, porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido; estaba perdido y lo hemos encontrado”.

Y empezaron a celebrar el banquete.

Su hijo mayor estaba en el campo. Cuando al volver se acercaba a la casa, oyó la música y la danza, y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello.

Este le contestó:

“Ha vuelto tu hermano; y tu padre ha sacrificado el ternero cebado, porque lo ha recobrado con salud”.

Él se indignó y no quería entrar, pero su padre salió e intentaba persuadirlo.

Entonces él respondió a su padre:

“Mira: en tantos años como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya, a mí nunca me has dado un cabrito para tener un banquete con mis amigos; en cambio, cuando ha venido ese hijo tuyo que se ha comido tus bienes con malas mujeres, le matas el ternero cebado”.

El padre le dijo:

“Hijo, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo; pero era preciso celebrar un banquete y alegrarse, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido; estaba perdido y lo hemos encontrado”».

Análisis y Reflexión

La parábola del hijo pródigo nos habla del amor sin condiciones de Dios. Nos muestra tres figuras clave: el hijo menor, el hijo mayor y el padre.

El hijo menor representa a quienes se alejan de Dios, buscando la felicidad en placeres pasajeros, hasta que descubren que solo en Él está la verdadera plenitud.

El hijo mayor simboliza a aquellos que, aunque permanecen en la casa del Padre, no comprenden su misericordia y se resisten a acoger con alegría el regreso del pecador arrepentido.

El Padre es la imagen de Dios, que acoge con un amor infinito a sus hijos, sin reproches, sin exigir explicaciones, solo con el deseo de celebrar su regreso.

Este relato es una invitación a la conversión y al perdón. Nos recuerda que Dios nunca cierra la puerta a sus hijos, sino que nos llama constantemente a volver a su casa y experimentar su amor.

Salmo 33: «Gustad y ved qué bueno es el Señor»

El salmo de este domingo nos invita a experimentar la bondad de Dios. Nos recuerda que, cuando acudimos a Él con humildad, nunca nos abandona. Como el hijo pródigo, al probar el amor del Padre, descubrimos que Él es la fuente de toda alegría y vida verdadera.

Preguntas para la reflexión

A la luz del Evangelio de este domingo, podemos preguntarnos:

  • ¿En qué momentos de mi vida me he alejado de Dios y cómo puedo volver a Él?
  • ¿Soy capaz de perdonar y acoger con amor a quienes han cometido errores, como lo hace el Padre con su hijo menor?
  • ¿Qué pasos puedo dar en esta Cuaresma para abrir de verdad mi corazón al amor y la misericordia de Dios?

Horarios de misas (Domingos y festivos)

  • 11:00 h. en El Pilar y San Antonio Abad (catequesis).
  • 12:15 h. en el Hospital del Rey.
  • 13:15 h. en San Antonio Abad.

Reflexión final

Este cuarto domingo de Cuaresma nos recuerda que siempre podemos regresar a Dios, porque Él nunca deja de esperarnos. Su amor nos abre la puerta de la vida, nos llena de su gracia y nos devuelve la dignidad de ser sus hijos. Que esta semana aprovechemos la oportunidad de acercarnos más a Dios y a nuestros hermanos.

Si quieres profundizar más en este evangelio, te invitamos a ver el video del canal Evangelio y Reflexión que encontrarás al final de esta publicación.

Nota especial: Retiro en el Monasterio de las Huelgas

Este sábado 29 de marzo, algunas familias de nuestra comunidad participaron en un retiro espiritual en el Monasterio de Santa María la Real de Las Huelgas.

Fue un tiempo de oración, silencio y encuentro con Dios, donde pudimos experimentar de manera especial la misericordia del Padre que nos acoge y nos renueva.

¡Damos gracias a Dios por este espacio de gracia en nuestra Cuaresma!

2 respuestas

  1. Doy gracias al Señor por haberme permitido participar en el Retiro que se hizo ayer en las Huelgas y que llevaré en el recuerdo de por vida por la experiencia propia que viví y por los testimonios que escuche

    1. Debió ser maravilloso. ¡Cuánto nos alegra saber que ha gustado tanto!

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