Parroquia de San Antonio Abad y Nuestra Señora de El Pilar en Burgos

En este domingo, el Evangelio nos invita a reflexionar sobre el mandamiento principal según el propio Jesús en el Evangelio de Marcos 12, 28-34. Cuando un escriba le pregunta a Jesús: “¿Cuál es el mandamiento principal?”, la respuesta nos conduce al corazón de nuestra fe. Jesús le recuerda: “El primero es: escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor: amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas”. Pero Jesús no se queda ahí, sino que añade un segundo mandamiento: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Ambos mandamientos, juntos, se convierten en la guía que nos da el Señor para vivir en plenitud la fe.

Estos mandamientos nos recuerdan que el amor a Dios no es completo si no se manifiesta también en el amor hacia el prójimo. Y, en estos días, con el dolor reciente de tantas familias que han sido golpeadas por el temporal de la DANA en la Comunidad Valenciana y en Castilla-La Mancha, esta llamada al amor cobra especial sentido. Ante la tragedia, donde tantas personas han perdido sus hogares, bienes y su estabilidad, se nos plantea la pregunta: ¿Cómo podemos expresar este mandamiento en nuestra vida y en nuestra comunidad?.

Jesús nos muestra que el amor verdadero se expresa en la ayuda, en el apoyo y en la compasión activa hacia quienes están pasando por dificultades. En la oración y en la acción podemos acompañar a nuestros compatriotas que sufren por los efectos de esta catástrofe. Ya sea a través de gestos de solidaridad, oración, apoyo o ayuda material, todos estamos llamados a poner en práctica el amor al prójimo.

Este domingo, al reunirnos como comunidad de fe, hagamos nuestras las palabras del Evangelio y permitamos que el mandamiento de amar a Dios y al prójimo se convierta en el centro de nuestras vidas. Pidamos a Dios que nos dé un corazón generoso, que esté dispuesto a escuchar y a servir, especialmente en estos momentos de dificultad para tantos hermanos y hermanas.

Que nuestro amor se traduzca en esperanza y en gestos concretos de ayuda. Recemos por aquellos que sufren, para que encuentren en nosotros una comunidad que, escuchando el mandato de amor de Jesús, se acerca con ternura a quienes más lo necesitan.

¡Nos vemos en la Eucaristía!

 

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