Este domingo 17 de noviembre, celebramos, junto con toda la Iglesia, la Jornada Mundial de los Pobres. Este año, bajo el lema “La oración del pobre sube hasta Dios”, el Papa Francisco nos invita a hacer nuestra la oración de los pobres, rezar con ellos y prestar atención a su dimensión espiritual, recordando que la mayor discriminación que sufren es la falta de cuidado en este aspecto tan fundamental.
En el mensaje para esta octava edición, el Papa Francisco nos llama a vivir esta jornada desde el corazón, reconociendo que la mayor discriminación que sufren los pobres es la falta de atención espiritual. Nos anima a ofrecerles la amistad de Dios, los sacramentos y la Palabra que les llenan de esperanza y fortaleza. Recordemos que, como dice Jesús en el Evangelio de hoy: “El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán” (Marcos 13, 24-32). Su amor permanece siempre, especialmente con quienes están en mayor necesidad.
En este contexto, no podemos dejar de orar y solidarizarnos con los damnificados por la reciente DANA, que ha causado enormes estragos en varios pueblos de la provincia de Valencia y otras zonas de España. Las inundaciones han dejado a muchas personas sin hogar, sin medios de vida y sumidas en la incertidumbre. Ellos también alzan su oración al Señor, y nosotros, como comunidad cristiana, estamos llamados a acompañarles con nuestra cercanía, oración y ayuda concreta.
La Jornada Mundial de los Pobres, instaurada en 2016 tras el Año de la Misericordia, es una oportunidad pastoral para reflexionar y actuar. En nuestra parroquia, esta cita anual nos llama a ser conscientes de las necesidades de nuestros hermanos más vulnerables, a orar juntos para fortalecer la fraternidad y a dar un testimonio concreto de amor y solidaridad.
La Conferencia Episcopal Española y Cáritas proponen ideas y materiales para ayudar a las parroquias y comunidades a vivir esta Jornada. Desde encuentros de oración hasta actividades formativas, todo está orientado a reconocer la dignidad de los más pobres y a acompañarlos en su camino de fe. Además, se nos anima a agradecer y apoyar a todas las personas voluntarias que con su entrega constante sostienen y escuchan a quienes más lo necesitan.
Este domingo, vivamos esta Jornada como una invitación a abrir nuestros corazones y ser testigos del amor de Dios en medio de las dificultades. Que nuestra comunidad, como peregrinos de esperanza, sea un signo de consuelo y esperanza para los más pobres.
¡Nos vemos en la Eucaristía!